Hubiese tenido que
brindar
en vasos de vidrio no
en copas de cristal.
Al romperse
la amistad de cristal
cuántos estalactitas
brillantes se esparcieron por el suelo
dando todavía señales
de belleza
y esplendor
pero ni el más
dedicado artista japonés
es capaz de pegar y
componer
las invisibles
nervaduras expandidas
de lo quebrado
con oro
pero si hubiesen
chocado en el aire
dos vasos de vidrio
grueso
al caer
quizás
aun estarían rodando
ruidosas
para llamarnos la
atención.
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