lunes, 18 de abril de 2016

Poeta invitado


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Para sangrar o volver, poema IX
                                                                        Sebastián Olaso
Si una mujer de hielo derritiera sus curvas
frente a la atávica mirada del deseo,
si por milagro me rozara, si me nombrara,
y si esta mujer fuera después un río
que transporta sus olores hacia el cántaro oblicuo
de una Magdalena, si así fuera,
yo nadaría dentro de ella en busca del cántaro sin ruedas
para quebrar la condena de su llanto infinito.
Junto a mí, los pájaros azules besarán sus rodillas,
se moldearán en ella para darme coraje:
serán la harina de su piel, y por la rodilla azul 
del alimento desnudo se harán azules mis palmas, 
y mi sudor azul
será la tinta de los verbos que buscaré bajo sus aguas.
Sí, ya puedo sentirlo: ya la recorro, ya la vivo, ya me entrego.
Amo los golpes de sus rodillas en las mías durante el abrazo.
Amo la tarde vieja que esparce sus limones
entre mis lámparas mudas, circulares, ojos
donde el mundo se me cuela para nacer en su imagen.
Y en su llanto, sí, en su llanto:
allá en los horizontes, los barcos reconocen su lágrima,
aserrín de la sangre que sorprende a todas las galaxias
sin hacer otra cosa que ataviarlas de su vida.
Si una mujer de hielo derritiera sus curvas
hasta vaciarse de su viaje
en el cántaro oblicuo de una Magdalena,
yo me hundiría por completo en el río reciente de su huella
hasta perderme indefenso en los pozos
de este vuelo ancestral, ancestralmente oblicuo,
ancestralmente azul.

(de Control sobre mis ojos, Yaguarón Ediciones, 2006)



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